lunes, 6 de octubre de 2008

Concurso de Microrrelato Animal (3) - AVARICIA

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Lanzamos el tercero de los siete concursos de relato en cápsulas (imprescindible receta del bibliotecario).

Recordad: 100 palabras máximo, con firma y dentro de un plazo de recepción de originales que se cerrará el jueves 16 de octubre a las 23:55 horas.

El tema que debe inspirar las creaciones es: LA AVARICIA (no hace falta que aparezca el término o sus sinónimos, lo importante es que aparezca el concepto).

Podéis consultar las BASES o directamente empezar a dejar vuestros relatos en los comentarios de esta entrada. Pronto abriremos otra en la que iremos recopilando los cuentecillos, les asignaremos un número en función del orden de entrada.

No os guardéis ideas en el tintero, compartir es vivir. Y escribir es la forma en la que podéis alcanzar el más alto grado animal (inmediatamente después de rascarse). Expresaos, libres, desatados, en comunión terapéutica. Las primeras veces siempre es gratis.
Si os interesa conocer el premio que a todas las personas decepciona tenéis que participar. Y si por lo que sea no se os ocurre nada, respiráis hondo y esperáis al próximo pecado en algún lugar mullido, que aún quedan cuatro.

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26 comentarios:

Pitufa dijo...

Queria haber escrito antes... pero estaba llenando el saco y cuando lo arrastraba hacia mi casa... zas... se ha roto....

Anónimo dijo...

No ha cambiado de casa, no tiene intención de redecorar, no busca utensilios de cocina ni complementos para el baño, no necesita marcos para las fotos, ni una lámpara, ni un felpudo para la entrada.
Pero cada vez que entra a esa tienda sueca sale con los bolsillos llenos de lápices.

Angus dijo...

Había comenzado y ya no podía parar. Irremediablemente se precipitaba por la cuesta abajo de su particular saco sin fondo, las consecuencias y los daños colaterales no eran de su incumbencia, otros las resolverían, o no, lo mismo le daba. Como el borracho que solo quiere seguir bebiendo hasta ver el fondo de la botella, la “Economía Mundial” solo quería ganar más y más.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Érase una vez un niño que comenzó a llenar su bolsillo. Primero con los vueltos de los mandados; después, con los dos o tres billetes semanales de la mesada. Seguidamente, se le ocurrió hacerle los deberes a sus compañeros a cambio de un precio justo; justo para él, lógico. Así, su bolsillo creció y creció. A los 18, ya era todo un usurero. Mas, al llegar a los 40, su madre le dijo que era hora de que encontrara compañera; pero él, viendo que se había convertido en un apéndice de su bolsillo, prefirió atesorarse dentro del mismo para siempre.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Don Benjamín era tan avaro que sólo salía de su casa al mediodía para no dar mucha sombra.

Anónimo dijo...

Maldita sea, hacía mucho calor, pero no estaban de vacaciones en Benidorm, se encontraban perdidos en medio del puto desierto y eso era razón más que suficiente para él. Ni siquiera miró atrás para comprobar cuantos pobres infelices estaban arrastrándose muertos de sed, víctimas de esta funesta expedición. Se acercó sin dudar a la cabina del camión y vació la última garrafa de agua en su gaznate. Podría haber sobrevivido con media garrafa, pero por si acaso.

dani-elornitorrinco dijo...

- Pero cari, vámonos, vámonos a Francia.
- No, no puedo dejar las cosas aquí.
- Sabes que si vienen nos mataran, te matarán a ti, y me matarán a mí.
- Sí, lo sé, vete tú si quieres, pero yo no puedo dejar aquí... el sofá, por ejemplo ¡me costó 1.000 pesetas!
- Yo no me puedo ir sin ti, porque te amo y te pertenezco, así que moriré... por ti, pero, esas cosas... ¿te pertenecen? o ¿perteneces tú a esas cosas?

Anónimo dijo...

Guardaba todo su amor para esa persona que llegaría algún día. Ese ser perfecto con el que compartiría todo: su vida, sus sueños, su ilusión. Lo sabía, lo merecía. Mientras esperaba dosificaba su cariño, racaneaba sus atenciones. Era agradable, correcta sin excesos, superficialmente cordial. Un día comenzó a sentirse mal, notaba una opresión a la altura del pecho como si tuviera encajada entre sus vísceras una bola pegajosa Entonces se acordó de esas masas informes, totalmente incomestibles, en las que se convertían las golosinas que escondía de niña, para no compartir con su hermano.

Vecu dijo...

"¿Que la avaricia rompe el qué?"
Me giré en mi cama de cartón y seguí dialogándome.
"No creo que eso mismo piensen hombres como Bill Gates o Warren Buffet.
O cualquier persona de esas aptitudes virtuosas que les permiten no ser más avaros
por ser más ricos, sino ser más ricos por más avaros.
En el pueblo llano encefalograma plano estas aptitudes se convierten en vileza y rapiña".
Aquel vino agrio me aclaró las ideas.
"Por arriesgar aquí estoy, tapado con una sábana de conglomerado tieso de papel.
No soy el mejor ejemplo de avaro triunfal. Ni siquiera soy ejemplo.
No me di cuenta de que no pertenezco a esa élite de aptitudes virtuosas.
Pero una cosa sí puedo decir: si quieres ser avaro, en lo primero que debes invertir
es en un saco resitente a la rapiña y a la vileza".

HombreRevenido dijo...

Muchas gracias a todos. Aportación espectacular de nuevo.

Por cierto, Vecu, el límite son 100 palabras, así que no puedo incluirlo en la lista del concurso. Si quieres recortarlo, todavía hay plazo hasta el jueves. Si no, lo disfrutaremos leyéndolo aquí.

Vecu dijo...

Vayam, las has contado em? Es que como iba de avaros la cosa pues he probado suerte, jusjus. Ara lo recorto.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Al día siguiente que el niño comprobara la veracidad de la historia con la que su madre lo había consolado ante el dientecito caído, la dentadura del abuelo desapareció misteriosamente…

Vecu dijo...

"¿Que la avaricia rompe el qué?"
Me giré en mi cama de cartón y seguí dialogándome.
"No creo que eso mismo piensen personas
con esas aptitudes virtuosas que les permiten no ser más avaros
por ser más ricos, sino ser más ricos por más avaros.
En el pueblo llano encefalograma plano, estas aptitudes se convierten en vileza y rapiña".
Aquel vino agrio me aclaró las ideas.
"No soy el mejor ejemplo de avaro triunfal.
Pero una cosa sí puedo decir: para ser avaro, en lo primero que debes invertir
es en un saco resitente a la rapiña y la vileza".

Anónimo dijo...

Tras nueve meses, otros nueve, y otros nueve, y nueve más. Perdí la cuenta del tiempo y la hora de salir de cuentas.
Engullí los cuentos de Poe, las reflexiones de Epicuro, Nietzsche y Tomás Moro, la obra completa de Rimsky-Korsakov. Me tragué un sombrero de copa, un tablero escaqueado, una máquina de escribir.
Supe desde el principio que mi hijo sería mío, y no iba a permitir que saliera de mis entrañas.

Isaac dijo...

El ratoncito Pérez en el psiquiatra, después de salir Ratatouille de la consulta. Tiene jaqueca, se siente triste, desmotivado. La crisis económica también ha afectado su negocio, los niños se quedan los dientes en vez de dejarlos bajo el cojín y dormirse tranquilamente. Sacan beneficios, todo por la pasta, para la hipoteca del futuro. Los traficantes de marfil, que también han notado que los elefantes ya no se dejan como antes.

Wilwarin dijo...

La mujer caminaba despacio... sus hijos, después de horas buscándola la habían encontrado en uno de los puentes que cruzan el Ebro.
- Si no hubiera sido porque llevaba las cartillas del banco en el bolso me habría tirado - les dijo mirando al río... y no volvió a hablar hasta pasada una semana en que se le pasó el enfado.

Anónimo dijo...

Me doy media vuelta, estratégicamente. Para que me rasques la nuca, para que me acaricies la espalda, para que me hagas de almohada. Dejo que la sábana se enrede entre mis piernas apropiándome de ella y, de paso, de la parte extensa del colchón.
Cuando te despistes (cuando quiera mi sueño para mí), me agarraré a la almohada (la de verdad), un movimiento rápido y ¡zas! te irás al suelo. Y me quedaré la cama para mí.

Lasa dijo...

La quería para mi, no es que a mi novia ya la he disfrutado desde mucho tiempo atrás, es que saber que esta otra chica esta alejando a Javi del grupo... no puedo soportarlo. El era mio antes, y haré lo que sea para que siga siendo mio. Es mi amigo y ni tu ni ninguna otra zorra podrá cambiar eso nunca. Ya me encargaré de que me quieras y luego me odies, pero él y yo eramos uno antes de aparecer tu. Él y yo seguiremos siendo uno después de que te olvidemos.

Anónimo dijo...

Nunca se relajaba. Absolutamente nunca. Su cerebro, todo su ser, recorría vallas, agujeros, mujeres, calles, correos, pestañas, besos, periódicos, ojos, ramas, escupitajos, extintores, almas, colillas… Apenas dormía. Le espeluznaba imaginar que la oportunidad se le escurriera entre los dedos.

Anónimo dijo...

Con la tradición enconada de las hormigas arrieras, comenzé a salvaguardar todo amor y sus derivados para mi placer, seguro mi cama decía otra cosa, pero no la verdad axiomática de mis motivos, onanistamente follaba sin amar, vampirizaba amor si amor quedaba en las sábanas, así también, usurpaba el tiempo la noción en mí. La otra mañana, al despertar, tenía más vejez que los volcanes, muchas ganas, poca fuerza y dos impotencias.

Anónimo dijo...

No era tan rácano como decían, siempre daba la hora una vez cada hora del día, ahora por ejemplo eran las diez menos diez.

Anónimo dijo...

Visten trajes caros, conducen los mejores coches, viven en adosados de los mejores barrios, beben agua embotellada en los Alpes, comen tomates cherri ecológicos aliñados con aceite virgen extra y que conservan en frigoríficos de última generación, tienen hijos capitanes del club de debate, frecuentan locales de cóckteles impronunciables, vacacionan en cruceros por los siete mares, sueñan con una cuenta en Tiffany's, y con compartir mesa con el Presidente en sus galas benéficas.

Musa Sosa dijo...

A los diez años le desbordaba la curiosidad. Todo le resultaba apasionante. Era inteligente, inquieto, hábil, brillante. Un alumno ejemplar. Enseñaba a aprender, a vivir descubriendo.
En su adolescencia el interés se transformó en obsesión. Observador desquiciante. Perfeccionista ridículo. Egocéntrico y altivo.
Con su primer sueldo se proclamó tecnológicamente avanzado. No volvió a salir. Internet llegó a ser su único amigo, su maestro, su amante y su castigo.
Se convirtió en un ataúd repleto de sabiduría. Nunca la compartía. Jamás se sintió satisfecho.
El conocimiento no fue el medio sino el fin de su vida.

Anónimo dijo...

23:50. Me pertenece, no quiero compartirlo con nadie, pero deseo el premio. 23:53. Al menos lo retendré hasta el último momento. 23:55. No enviaré el microrrelato.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Todas las noches contaba las monedas con fruición como esperando que en aquel acto meticuloso éstas se multiplicasen. Pero una noche le sucedió lo contrario: contó una moneda de menos. Frenético, recontó y recontó. Y lloró; y pataleó; y le imploró, cual a una mujer, que volviese, pero nada.
A la siguiente noche, la misma historia; y a la siguiente y a la siguiente…
Al mes, dejó de contarlas. Sólo se dedicó a observar, puñal hurgando en su pecho mediante, como la bolsa languidecía; ignorante de que, desde su guarida, un ratón se interpelaba ansioso sobre cuántas le faltarían…

Gabriel Bevilaqua dijo...

¡Uy, allí ya es viernes! Pero aquí es aún jueves 20:16. Bueno, cosas de los husos horarios...